domingo, 21 de marzo de 2010



EDUCACION y EXCLUSION

Uno de los principios de la escuela es hacer inexistente las diferencias sociales. Pero esto no siempre se consigue. Los niveles de integración social están condicionados actualmente por procesos de exclusión teniendo su raíz en el perfil idealizado por la sociedad. Actualmente la productividad hace que

La mano de obra menos calificada sea sustituida progresivamente por la robotización de las plantas industriales
aumenta la exigencia de la calificación de la mano de obra, dejando fuera de la estructura productiva as sectores de la población.


Si bien en nuestro país la robotización todavía no ha alcanzado los niveles de importancia que tiene en los países industrializados, ya hay algunos ejemplos fundamentalmente en sectores que están más directamente vinculados a la innovación tecnológica. De todas maneras se trata de un problema de tiempo. En pocos años más, no será concebible la realización de ciertas tareas por la mano humana.


El segundo efecto, el aumento de los niveles medios de calificación, es hoy una realidad universal. Para ocupar los puestos administrativos más bajos, las empresas exigen al menos, bachillerato terminado. Pero a medida que se remonta la pirámide de la estructura técnica, tanto en lo funcional como en lo operacional, las calificaciones demandadas aumentan en exigencia, en especificidad y sobre todo en actualización. Uno de los efectos de este fenómeno es la caducidad del conocimiento técnico, sustituidos por permanentes innovaciones que se suceden en plazos cada vez más cortos. No todos los individuos pueden seguir este ritmo, y muchos quedan al costado del camino, siendo reemplazados por cuadros más jóvenes.


Esta forma de producir que demanda un número menor de individuos trabajando y que es más exigente en la calidad de la mano de obra, está teniendo como efecto un aumento incesante de la cantidad de personas que quedan fuera del mundo laboral. Las Ciencias Sociales se han ocupado en forma muy importante del fenómeno de exclusión que genera el desempleo.


Ahora bien, los sistemas de formación que fueron concebidos como instrumentos de calificación profesional, no sirven para reinsertar. La cultura de la calificación y de la movilidad es profundamente diferente de la cultura de la reinserción. En el primer caso, el trabajo es un bien abundante y estimulante de la calificación; en el segundo caso en cambio, la formación actúa como una respuesta a la ausencia de trabajo. En el primer caso, la oferta de formación sigue los cánones clásicos: mediante cursos diversos se capacita un individuo que encontrará trabajo por el simple hecho de estar calificado. En cambio en el segundo caso, nada asegura que siguiendo las formaciones calificadoras tradicionales se obtenga un trabajo.


La exclusión social provocada por la desocupación o por la subocupación obliga a reconstituir mecanismos de inserción; no alcanza con formar, con capacitar, será necesario desarrollar al mismo tiempo nuevos mecanismos de inserción incluidos en el paquete de formación. El organismo formador, además de trasmitir un determinado saber, deberá tener en cuenta el problema de la constitución de redes pertinentes para hacer posible la inserción o la reinserción social. Una formación más plural, que asegura la empleabilidad de la persona. Reciclar la formación adaptándose a la demanda del mercado laboral, evitando así que se produzca la formación innecesaria en determinados sectores.

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